Por Carmen Román, Gerente Legal y de Asuntos Corporativos Walmart Chile y Consejera de Sofofa

Vivo con mis hijos y mi marido y, más allá de cuidarlos y protegerlos, el estar todo el día en mi casa -desde marzo-, en modo teletrabajo, es algo que no me pasaba desde mis embarazos. Ha sido volver a encontrarme con ellos, su rutina diaria que ya no es la rutina de los niños, porque están en la universidad -solo me queda una en el colegio-, pero es tener la posibilidad de almorzar juntos todos los días, tener otro tipo de conversaciones, que muchas veces por la intensidad diaria no existen. Agradezco la posibilidad que se me da de poder estar con ellos. Todas las mujeres que trabajamos y que somos mamás cargamos con cierta culpabilidad y siento que éste, ha sido un momento para recuperar tiempo. También me ha llevado a acordarme de mis papás, que lamentablemente no tengo la oportunidad de tenerlos, porque los dos murieron hace algunos años en un accidente. Me planteo mucho qué habría pasado si ellos estuvieran, cómo los cuidaría y cuáles serían mis temores y aprehensiones.

Tampoco ha sido fácil: la más chica conectada con su colegio y amigas, otro que ya no está viviendo con nosotros y que está por ser padre. Entonces este tiempo ha sido volver a conectarnos con lo esencial, con lo que realmente es relevante e importa, que es nuestra familia y afectos. Ha sido importante equilibrar el rol de ejecutiva, con el cuidado y protección de mi familia y sé que esa es la preocupación de muchas mujeres hoy.

El mundo entero ha tenido la misma sensación de vulnerabilidad. Sin importar el país ni distintos tipos de condiciones, todos estamos en la misma situación. Todos hemos sido vulnerados por algo que, curiosamente, en un principio no le dimos el valor que tenía ni imaginamos cómo nos iba a afectar. En lo personal me siento afortunada por estar con mi familia y por tener trabajo, en circunstancias en que muchos han visto afectada su fuente laboral.

» Lo que más me llama la atención, como a mucha gente, es ver cómo nuestra sociedad se ha construido en base a la desigualdad y cómo hemos construido territorios excluidos»

Hemos vivido un proceso de resiliencia, donde como equipo hemos aprendido mucho y sabido levantarnos. Decidimos hace mucho rato no ser víctimas, sino que protagonistas y buscar la forma de reinventarnos, de seguir adelante, y de hacerlo cada día mejor.  Nos hemos hecho cargo de nuestro rol social como ciudadanos corporativos, entendiendo que tenemos que preocuparnos también del desarrollo del país porque somos un actor relevante y tenemos mucho que aportar. Tenemos que aprender a escuchar, a estar donde están las necesidades, donde otros no llegan, abasteciendo, generando empleo, potenciando el talento diverso, innovando.

En home office tenemos a alrededor de 3 mil personas trabajando. Por suerte, ya veníamos con una cultura de teletrabajo bien implementada, entonces la pandemia no significó un quiebre. Pero en el caso de los supermercados, nuestros colaboradores en su mayoría no pueden hacer teletrabajo y tienen que estar ahí, en primera línea, mostrando día a día un nivel de compromiso admirable.  Hemos tenido especial cuidado con el grupo de riesgo, mayores de 60 años, con enfermedades crónicas y embarazadas, que son más de 7.000 personas que desde marzo están cuidándose en sus casas.

En octubre pasado tomamos conciencia de la importancia del rol abastecedor y en esta pandemia hemos trabajado para que el abastecimiento esté siempre asegurado. Reforzamos el trabajo de nuestros ocho Centros de Distribución a lo largo del país- diariamente salen más de 700 mil cajas con mercadería desde nuestros centros de distribución, aumentamos nuestra capacidad de almacenamiento de productos y reforzamos nuestra flota de camiones. También tomamos el aprendizaje de mercados donde está Walmart donde había comenzado antes el virus como China e Inglaterra e incorporamos muchas iniciativas.

En nuestros locales hay medidas avanzadas de cuidado y protección para nuestros colaboradores, proveedores y clientes que hemos ido aumentando y perfeccionando. No solamente hemos sanitizado constantemente los locales, sino que también hemos disminuido turnos, agendado horas de compra para nuestros clientes, dispuesto controles de temperatura para cada persona que ingrese a los locales y hemos apoyado al gobierno en la tarea de fiscalizar los permisos de compra de quienes hacen filas para ingresar a nuestras salas.

Hemos visto situaciones muy dolorosas en esta pandemia. Lo que más me llama la atención, como a mucha gente, es ver cómo nuestra sociedad se ha construido en base a la desigualdad y cómo hemos construido territorios excluidos, segregados que se han convertido en verdaderos guettos de desigualdad, donde familias chilenas no tienen resueltas sus necesidades básicas y son tan vulnerables a crisis sociales, pandemias y desastres naturales.  Todos los días me pregunto cuándo va a parar. Esto no tiene que ver con solo un gobierno, nadie ha podido hacer frente a eso. Entre todos nos tenemos que detener, no podemos dejar esta labor solo al gobierno de turno. El bienestar de una sociedad no debe sólo estar en manos del estado, es necesario generar un capital social conjunto, colaborativo con iniciativas más allá del legítimo beneficio económico.

Las empresas somos un gran motor de desarrollo y oportunidades, pero a su vez tenemos un tremendo desafío de hacerlo de manera integrada e inclusiva, generando trabajo, con una mirada organizada y educada para ayudar a salir a gente de la informalidad y de la línea de la pobreza. Creo que todos experimentamos ese dolor y la idea es no olvidarse cuando pase esta pandemia y seguir como si no hubiera pasado nada. No va a ser fácil salir de aquí,  en un par de años no vamos a volver a construir todo lo que teníamos. Pero siendo positiva, vamos a volver a construir algo mejor y con mayor conciencia social.